Una de mis grandes pasiones después de mi mujer y mis hijas, la literatura y las humanidades, es la música.
Toco la guitarra desde los 15 años, y 25 años después, aún quedo con cuatro amigos de la infancia todos los jueves por la noche en una sala que tenemos alquilada para ensayar y de vez en cuando hacemos algún concierto.
Al igual que sucede con la Filosofía, -parece que quieren arrinconarla o guardarla en el baúl de los recuerdos educacionales- con la asignatura de Música parece que la LOMCE vuelve a desafinar.
La buena educación lo es todo. Hay que educar en valores, a enseñar a ponerse en el lugar del otro, a trabajar las emociones, a respetar las diferencias culturales y/o de religión, a desarrollar habilidades y conocimientos que fomenten el respeto, la cooperación, que creen conciencia para que ésta se convierta en acción y compromiso de hacer un mundo mejor.
De la utopía -nuestro estado del bienestar- parece que estemos abocados a una próxima distopía: Las guerras, la crisis de los refugiados, políticos no vocacionales, las diferencias cada vez más abismales e insalvables entre norte sur, no auguran un mundo mejor.
Pero no está todo perdido, sino todo lo contrario. Necesitamos aunar esfuerzos desde la docencia para poder fomentar todos los buenos valores de la buena educación: En una sociedad cada vez más fragmentada por distintos motivos (mayor carga laboral de los padres, rupturas familiares, absentismo escolar, líderes de audiencia mundial en telebasura, fracaso escolar…) el buen profesor tiene que ser el mago capaz de lograr los imposibles, y la Música es una asignatura ideal para ello.
A los alumnos en general no les gusta leer -habrá que trabajar mucho en eso- mucho menos estudiar, pero a la inmensa mayoría les gusta la música. Desde la música pop, pasando por el reguetón, hasta el heavy metal.
Y si algo les gusta, ese es nuestro mejor punto de partida, la empatía y el feedback positivo lo tenemos superado, por lo que habrá que activar todos los mecanismos, recursos y habilidades que nosotros tenemos para encontrar y sacar a la luz el talento de nuestros alumnos, ese don que todos tienen -algunos más escondido que otros- y hacer de ellos buenas personas. La música mejora la capacidad de concentración, memoria y atención estimulando la inteligencia para la resolución de problemas matemáticos y complejos.
Algunos beneficios de la Música son:
Es una forma de expresarse, de abrirse socialmente, de transmitir también emociones con las que poder trabajar.
Desarrolla la creatividad y la imaginación.
Al combinarse con el baile estimula los sentidos, el equilibrio, el cuerpo al movernos a su ritmo.
La música es indispensable porque engloba una educación integral, holística, en la que si conseguimos hacer mejores alumnos, ellas y ellos harán un mundo mejor.
¿Cantamos?
Os invito a que conozcáis este hermoso proyecto iniciado por el profesor de mi hija Paula, Carlos Gómez, en el que se han interesado ya algunos colegios y alguna universidad.